Ahora, la corriente.
—Aquí están los sobresalientes— ironiza Álvarez, jefe de redacción. Entran a mi despacho dos pipiolos, con la timidez y miedo de la primera vez. Álvarez sale refunfuñando. El viejo cascarrabias no soporta a los jóvenes, tomando el relevo de “la década prodigiosa”. Así nos llaman al grupo que no volveremos a cumplir sesenta. Es inevitable. Es la corriente.
Siguiendo el protocolo de bienvenida, les entrego las tarjetas de identificación. El más alto dice:
—señor… yo… ¿no le han informado? —Soberbia “millennial”, pienso. —Vengo a sustituirle.
Silencio.
Miro la foto de mi mesa. Tiene polvo. Álvarez y yo celebrando nuestro ingreso en Cambio16. ¿Y ahora?
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