El abrazo de todos los días
Los echaba tanto de menos que buscaba la forma de traerlos en mi rutina.
Porque cuando extrañas, hasta lo cotidiano te resulta hermoso.
Y es así como después del trabajo llegaba a casa, prendía la hornalla solo para sentir ese olorcito a cálido hogar. Ese olorcito a grasa friéndose. Al cerrar los ojos era tenerlos riéndose al lado mío.
Sobre mi mesa no podía faltar el plato con tortas fritas que me trasportaban a esas tardes con mamá y de lado el mate que me hacía sentir más cerca de casa.
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