Las que quedan
Un planeta extraordinario, sí. No te miento. Míralo bien. Pero acércate lo justo, con respeto. No tan cerca, ven. Todo el conjunto me parece ahora como asustadizo, y siento que no les acabamos de gustar, hija mía. Nos conocen de sobra, desde antes de nacer nosotras y saben que, precisamente, fuimos las últimas. Siéntate a mi lado y observa. Así, dame la mano. Esos tan altos junto al río, se llaman chopos y cuando hacía calor daba gusto verlos, tan verdes, largos y frondosos... algo indescriptible cuando soplaba bonita la Tramuntana. Pero aquél calor ya no existe, ni este viento es el mismo.
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