Espabilado

  “…copular hasta morir”. Así finalizaba el microrrelato ganador de la semana. Enhorabuena, aunque voté por otro y tengo mis motivos. 

¿Copular? ¿Qué demonios era eso? Tuve que consultar el diccionario. Allí estaba, en la estantería, abandonado. 
Lo abrí por la página donde debería estar la letra “C”. Estornudé, mi alergia al polvo nunca me abandona. 
Ojeé y hojeé el pesado tomo, para orientarme: 
“Cabrón”, ejem, hacia adelante. 
“Cuerno”, hacia atrás ahora. 
“Cornamenta”, ¡mala puntería! 
“Capullo”, intuí que la Real Academia quería decirme algo. 
“Concha”. Me acercaba como un sabueso a su presa. 
¡Dios, alguien había arrancado la siguiente página! 



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