Gracias a San Antonio de Padua

Aurora pidió marido rezando a San Antonio. Tuvo al santo boca abajo en su mesita hasta que llegó Miguel.
Al año castigó al Santo al cajón de la mesita de noche, porque el hombre le había salido malo. Cuando abría el cajón asomaba el Santo entre pictolines, medicinas y el abanico de los sofocos.

-Aurora! No ves que estoy tosiendo, tráeme uno de tus caramelos.

Estas fueron sus últimas palabras. Muerte por atragantamiento de pictolin.

San Antonio volvió a la mesita, sobre tapete de ganchillo, mientras Aurora vivió no le faltó flor, rezo y velita.



Comentarios