Tan solo, vivir

-Te meto en los tubos lo que me da la gana- le dijo a Julio, mientras sujetaba dos vasos en sus piernas, llenándolos de un licor casero. Julio asintió, resignándose a beber lo que quisiera Marina. Quedaban dos horas para el amanecer. Y para su partida a bordo del Mistral, un velero de siete metros de eslora, en el que ahora estaban, sobre las aguas del puerto de Barcelona. Brindaron, se abrazaron, se acostaron. Al levantarse Julio, ya solo quedaba el olor de Marina por todo el camarote.

Magreb, Atlántico, Pacífico, Oceanía, Índico, Magadascar…Cien años de soledad.

Los tubos aguantaron el viaje. Pero nunca volvieron a llenarse de aquel licor casero.



P.D.- historia de ficción que sirva como humilde homenaje a Julio Villar: viajero, escritor, alpinista...



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