Invierno de vuelta

 Sonriendo detrás del mostrador me sirvió café como cada mañana.

-A veces el invierno llega de repente- le dije.

Me miró extrañada, atrincherada desde sus veinte primaveras, observándola por encima de las gafas de cerca con mi gesto de marioneta que me dejaban esos surcos arados desde las aletas de la nariz al mentón.

Si, a veces el invierno llega de repente, como una espada de hielo afilada que te rebana la cabeza al mirarte al espejo. 

-Ponme media de tomate, pero esta vez sin sonrisa que estoy de cuerpo presente.

 


 

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